Nieve en Villa Celina - Buenos Aires



Una experiencia increíble, única. Más cuando una ha llegado a los 50 y no conoce la nieve. Difícil imaginársela, preguntar si es igual al hielo del congelador o el freezer, verla por videos y que te cuenten cómo es.

Nada puede explicarte la maravilla de lo que significa, tocarla, sentir el frío, ver como minúsculas plumas caen sobre tu ropa y te cubren lentamente...

A veces agradezco a la vida tener todavía muchas cosas que descubrir y de vivenciar porque cuando el anhelo es satisfecho y pasa a ser experiencia, ese momento es increíble desde su intensidad pero tan fugaz como todo acontecimiento emocional del ser humano.

He soñado mil noches con la nieve, me acuerdo que de chica despertarme y correr a la ventana en la esperanza de poderla ver porque en mi sueño la había sentido y había jugado con ella. Hoy al final ese anhelo se concretó.

Ver la felicidad en los ojos y en la cara de los demás, y corroborar que no era la única que no conocía la nieve, eramos muchos, grandes y chicos que corríamos y nos tirábamos nieve para saber qué se sentía.

La mirada de los grandes, los adultos, los siempre postergados por las obligaciones de la vida, que incluso le regalaron el viaje a Bariloche a sus hijos/as y que nunca pudieron concretar su propio viaje. Vivenciar las experiencias anheladas en los otros/as, en los que se aman desde la generosidad que sólo puede brindarle un padre a un/a hijo/a.

Mis hijas tampoco conocían la nieve pero viven en un lugar más citadino, Lanús, por lo cual los llamados se sucedieron toda la tarde tratando de completar emociones y experiencias y yo contarles cómo se veía por aquí.

Al ser un lugar tan descampado, Villa Celina se vistió majestuosamente de nieve y se pudo observar cómo minuto a minuto el paisaje se transformaba. La General Paz se vistió de fiesta y dejó de ser una autopista de cemento para que sus laderas se cubrieran de espuma blanca, de pétalos de cristal.

Los pinos centenarios de la General Paz que sobrevivieron a la autopista que mutiló a muchos otros hermosos árboles por primera vez recibieron en sus ramas la nieve y se veían majestuosos quizás reconciliándose con la jungla de cemento que los limita cada día mas y los sumerge en el smog.

Lo más triste que más allá de reflexiones escatológicas sobre el fin del planeta, el cambio climático, los pobres que viven este frío inusual para Buenos Aires, etc. etc, es que fue algo efímero que quizá no vuelva a suceder en otros 100 años, por lo cual esta vivencia tuvo que ser sentida, capturada, vivenciada, disfrutada a lo máximo. Lamento aquellos/as que desde su esencia, su personalidad, sólo la miraron desde la ventana, creo que se perdieron la mejor parte, pero algunos son sólo espectadores de su propia vida y no partícipes.

Ver Buenos Aires, tu casa, tu jardín, los autos, la alegría infantil de la gente, la mirada que teníamos muchos de nosotros que vivenciamos por primera vez la nieve fue una experiencia íntima donde cada uno/a sacará subjetivamente conclusiones y experiencias.

Comentarios

  1. Anónimo12:31 a.m.

    Hay cosas q solo se viven una vez. La experiencia de ver la nieve en Bs As fue espectacular, tocarla, sentirla, jugar con ella hasta q las manos me quedaron rojas no tiene comparacion alguna. Ya sea volver a vivirla una vez mas antes de morir, o ir a los puntos tan lindos y maravillosos del planeta en la q la nieve es algo comun, no se comparan con la primera vez q uno vio la nieve, y en donde la vio. Bs As, la ciudad mas europea del mundo volvio a sentir la majestuosidad de verse vestida de blanco, y nosotros fuimos parte de la historia estando con ella ahi. Tus palabras me emocionaron, pero la emocion mas grande es poder contar cada uno con sus propias palabras haber sentido, visto, tocado y disfrutado la nieve!!!!!!

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  2. Gracias Guille por tu comentario tan plenamente compartido, me sorprendió verte por aquí. Realmente leerte me encantó ojalá algún día tengas la oportunidad de escribir porque lo haces maravillosamente.

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