Son millones las norteamericanas casadas con gays

Como en "Secreto en la montaña"

Se los llama "matrimonios de orientación sexual mixta"

NUEVA YORK.– Pasada una hora de la película “Secreto en la montaña”, Amy Jo Remmele comenzó a llorar, pero no sólo por la mujer que aparecía en la pantalla, parada en una puerta mientras observaba a su marido besar a un hombre.
“Cuando vi esa mirada en sus ojos, pensé: «Ah, claro...» Aunque nunca vi a mi esposo con otro hombre, sé perfectamente cómo debía de sentirse esa mujer”, dijo la señora Remmele, terapeuta respiratoria de Minnesota.
El 1° de junio de 2000, Remmele, entonces de 31 años, descubrió el perfil de su marido en el sitio de Internet gay.com. La pareja se quedó despierta toda la noche hablando y llorando. Poco después, 10 días antes de dar a luz a su segundo hijo, el marido de Remmele se fue a pasar un par de noches con un nuevo novio. “Traté de convencerlo de que no lo hiciera, pero se fue igual –dijo Remmele–. Estaba devastada.”
Tres meses más tarde se divorció. Remmele –ahora casada con un granjero que cría ganado y cultiva maíz y soja– es una de entre 1,7 y 3,4 millones de mujeres norteamericanas que alguna vez estuvieron o están casadas con hombres que tienen sexo con hombres. La estimación surge del estudio de 1990 “La organización social de la sexualidad”, que descubrió que el 3,9% de los hombres americanos que alguna vez estuvieron casados habían tenido sexo con hombres en los cinco años previos. El autor principal, Edward O. Laumann, sociólogo de la Universidad de Chicago, estimó que entre el 2 y el 4% de las mujeres americanas alguna vez casadas habían experimentado, consciente o inconscientemente, lo que ahora se conoce como matrimonios de "orientación sexual mixta".
Tales uniones no son simplemente artefactos de los reprimidos años cincuenta. En el siglo XVI, la reina Ana de Dinamarca tuvo ocho chicos con el rey Jaime I de Inglaterra, conocido por la devoción a sus favoritos hombres, a uno de los cuales llamaba "mi dulce niño y esposa".
Otras mujeres fueron Constance Wilde, Phyllis Gates, Linda Porter, Renata Blauel y Dina Matos McGreevey, casadas respectivamente con Oscar Wilde, Rock Hudson, Cole Porter, Elton John y James E. McGreevey, el ex gobernador de Nueva Jersey.
A pesar de que no podrían precisarse los números exactos, entre 10.000 y 20.000 mujeres tomaron contacto con grupos de contención online, y muchas de ellas tienen entre 20 y 30 años.
En general, éstos no son matrimonios de conveniencia ni cínicos esfuerzos por crear una coartada. Los hombres homosexuales y bisexuales se casan por razones complejas, entre ellas, la discriminación, las ambigüedades del amor sexual y el auténtico afecto. "Estos hombres aman genuinamente a sus mujeres", dijo Joe Kort, trabajador social de Royal Oak, Michigan, que ha aconsejado a cientos de hombres homosexuales casados, incluyendo a una minoría que continúa en su matrimonio. Muchos, afirmó, se consideraban heterosexuales con urgencias homosexuales que esperaban poder confinar en sus fantasías privadas. "Se enamoran de sus mujeres, tienen hijos, sienten un clímax romántico y después de siete años su identidad homosexual comienza a emerger", explicó.
Helen Fisher, una antropóloga de la Universidad Rutgers, dijo en una entrevista que las relaciones humanas están determinadas por tres sistemas neuroquímicos independientes responsables respectivamente de la atracción sexual, el deseo romántico y el compromiso de largo plazo. "Los tres sistemas son muy inconstantes. Pueden actuar juntos o separadamente", afirmó. Esto, agregó, puede explicar por qué las personas pueden estar locamente atraídas sexualmente hacia individuos por los cuales no sienten ningún interés romántico o sentirse permanentemente ligadas a personas por las que no sienten ningún interés sexual.
"Una vez que el sistema se dispara, es tan poderoso químicamente que uno puede pasar por alto todo lo que no «encaja» -dijo Fisher-. Incluso individuos heterosexuales se han enamorado de personas con las que jamás podrían haber construido una vida."
Esto es poco consuelo para las mujeres que pierden más que el hombre que aman, sino también su fe en cómo interpretar la realidad. "Un montón de mujeres sienten que sólo fueron utilizadas como una coartada, pero sé en mi corazón que me quería -dijo Remmele-. Uno no puede fingir la forma en que me miraba. Yo no tenía ninguna sospecha. El parece muy masculino."
Kort, sin embargo, dijo que las mujeres deberían tener una mirada más profunda. "Las personas heterosexuales raramente se casan con homosexuales accidentalmente", escribió en un estudio publicado en Psychotherapy Networker. Pero ese tipo de especulación enfureció a Michele Weiner-Davis, terapeuta matrimonial: "Un montón de personas homosexuales no saben que lo son. ¿Se supone que sus mujeres tienen que tener un radar?", dijo.
En los meses que siguieron al descubrimiento de Remmele, su marido la dejó sola con el bebe mientras exploraba deseos que nunca había reconocido. "Es como si volvieran a la adolescencia -dijo-. No sé si se dan cuenta de cómo lastiman a su esposa."
Alrededor de dos tercios de las mujeres que se ponen en contacto con la Red Internacional de Esposas Heterosexuales de El Cerrito, California, eventualmente se divorcian. A pesar de su shock y su furia, muchas, especialmente las que son acusadas por sus maridos de ser muy demandantes sexualmente, se sienten liberadas al entender qué era lo que fallaba. El tercio restante trata de preservar su matrimonio. En 2001, un estudio publicado por el Journal of Bisexuality, mostró que la mayoría había estado casada entre 11 y 30 años. Una mujer de unos 50 años, que pidió ser identificada como Trillian, dijo que ella y su marido se habían divorciado después de haber descubierto la vida sexual secreta de él hace siete años, pero rápidamente decidieron permanecer juntos. Ella tiene una relación sexual monogámica satisfactoria con él, mientras él tiene sexo con otros hombres.
"Mi marido es el hombre de mis sueños, y no podía enfrentar el resto de mi vida si él se sentía culpable por ser homosexual", dijo. Viven juntos desde hace 24 años.
Por Katy Butler De The New York Times

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