Amar el diseño
Más allá de los avatares de ser un laburante independiente que mes a mes vive con cierta incertidumbre económica, me considero una privilegiada al poder trabajar de lo que amo: el diseño. Diseño cuando miro, huelo, toco y respiro. Diseño con los cinco sentidos pienso y vivo diseñando. La posibilidad de ver y sentir en un parámetro distinto en donde te obliga a no descuidar nada, ningún detalle, ninguna tendencia, de percibir lo que se viene, de descubrir permanentemente lo que fluye y surge y sin olvidar nada. Es un eterno aprendizaje hacia atrás y hacia adelante. Te mantiene siempre en la cresta de la ola y te genera una adrenalina permanente que pulsa, impulsa tu vida. Es una profesión de riesgo (siempre se trabaja para antes de ayer), de sinsabores creativos (la mediocridad del gusto del cliente), de sugerir lo correcto para que se termine diseñando lo incorrecto (el terror al espacio en blanco, logo grande y en color chillón, tipografía cuerpo catástrofe). Es una profesión dura, po