No hay más miedo que el que se siente cuando ya no sientes nada

Aunque es un verso de una canción de Alejandro Sanz que puse en otra parte de mi blog me golpea porque es lo que siento.
El enigma del amor. Cómo se puede sentir tanto y, poco a poco, esa llama que te quema por dentro se extingue y, por más que hagamos el esfuerzo de avivarla, ese fuego muere.
Aunque la razón nos ordene que sintamos porque: es valioso, es bueno, es cómodo, el corazón late en una sintonía diferente.
La pasión inconmensurable se disuelve, (el amor obsesivo? dicen algunos) se diluye en un cariño tierno y "suave"...
O quizás hay seres que consideramos que la adrenalina de la pasión es el componente principal para mantener la química de una relación. Cada uno siente como puede aunque a veces esa forma de sentir nos haga sufrir, es la única forma que conocemos.
No hay receta, no hay control mental, no hay nada: se siente o no se siente. Y cuando se deja sentir entra el miedo, la nada. Se deja de latir, de vibrar y nace un sentimiento de anhelo y esperanza por lo que puede venir (el porvenir) en la figura de "alguien" que nos aletee en el estómago y que nos haga estar ansiosos/as a la espera de verlo o que nos llame.
Aunque duela esa incertidumbre, no hay nada más hermoso que enamorarnos, esa nueva sensación de conocer a otro, de sentirlo, de desearlo y de querer sentir cada día más, ese juego de máscaras en donde no mostramos todo y sólo enseñamos lo mejor para seducir, para conquistar, para capturar.
Una vez que se obtiene vamos por más, a consolidar, a construir: se sueña por un futuro juntos, pero cuando nada de eso se produce y solo está el ahora, el pasarla bien, no se sostiene y se diluye.
Vivimos en una sociedad en que nadie quiere compromisos, todos tememos construir un futuro con el otro, se perdió la apuesta, el riesgo y se cambia por histeriqueos y por estar con alguien sólo para estar bien un rato, pero siempre teniendo un ojo avistando si hay algo mejor.
No ponemos huevos ni ovarios por nada ni por nadie porque en este gran shopping de deseos puede haber una mejor oferta de la que tenemos. Nadie quiere construir desde la mesa de saldos pero nadie pasa al probador para ver ante el espejo la realidad de cómo somos y en vez de valorar lo que nos tocó en suerte y elegirlo, desde una vanidad estúpida creemos que hay un nuevo modelo que nos va a quedar mejor.
Y el tiempo pasa en esta búsqueda incesante de "lo ideal", "lo que cueste menos", perdiéndonos la mejor parte de nosotros mismos y del otro que es el desafío de apostar por lo que tenemos hoy. El mañana no lo podemos controlar se construye hoy con lo que tenemos. Esperar lo ideal (que a lo mejor nunca llega) es vivir a medias. El miedo al fracaso (si ya estamos fracasando ahora!) el que no apuesta jamas va a ganar nada.
Yo he amado y he apostado y he ganado mucho (toda una vida) y he perdido obviamente hasta que llegué a esta adulta edad en donde los tiempos han cambiado y tuve que aggiornarme a nuevas vinculaciones light en donde se vive el momento pero en donde el amor se me diluye porque no hay nada porque luchar.

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