Regalame la silla donde te espere

Esperar... no sé si es prerrogativo de la mujer. Desde Penélope esperando a Ulises que mientras éste se la pasaba deambulando de aventura en aventura la otra pobre tejía y destejía echándole flit a los pretendientes.

La espera es desgastante, los sueños y las ilusiones se diluyen y, en la mayoría de los casos, jamás se cumplen (a Penélope se le cumplio pero Ulises vino con el caballo cansado, habría que ver si la espera le valió sus frutos, lo dudo bastante). Es un tiempo ideal para el otro: para el "esperado" en donde con poca energía y esfuerzo obtiene la mejor tajada de una relación de pareja mientras que el otro/a ilusionado/a espera que en esta inversion, pasiva, generosa, sacrificada, irreal, alguna vez sea recompensado.

Cuando eso no ocurre el vacío es inmenso y el sentimiento de estafa es inconmensurable. Para peor el "esperado" resulta que jamas te lo pidió, jamás te lo prometió y bajo ningun punto de vista se siente en deuda. No hay a quien reclamar ni demandar sólo joderse en la buena fe, un triste ingenuo que cree en reyes magos, papa noel y ratones perez...

La espera se convierte en tiempo perdido y desgastado, en inversiones fracasadas, en hastío, en cinismo, en vacío; se escurren en ese tiempo —de salgo negativo— buenos sentimiento y emociones profundas: el amor, el deseo y sólo queda un gusto amargo en la boca y mucha soledad.

Cómo se continúa? Aún lo estoy averiguando. Esperar al otro, esperar por el otro, esperar para el otro; yo me quede con una cama vacía...

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