Crónica Urbana: eL Taxi PesimistA


De los muchos o pocos viajes en taxi en lo que va de mi vida, he podido notar que los rostros del mundo se reflejan en aquellas personas que recorren las calles de la ciudad con autos de todo tipo y un inconfudible distintivo: el cartelito magnético arriba del techo del auto, o el sticker fosforescente con letras negas. Si nos sobreponemos al cansancio del trajín citadino, y ponemos un poco más de atención, veremos que los taxistas son tan humanos como nosotros, con problemas, desilusiones, miedos y angustias; pero también con esperanza y optimismo.

Existe un dicho que se ha hecho popular en las últimas décadas: "el que no estudia o estudia a medias, termina siendo taxista" o este otro: "el taxista es un profesional mediocre o frustrado" incluso se crearon comerciales televisivos sobre universidades en los cuales hacían alusión al drama del desempleo y la alternativa última del taxi. Si hacemos una encuesta entre las personas que realizan el servicio de taxi podríamos encontrar información empírica que respalde las afirmaciones expuestas, que la mayoría no consideró como primera opción ese trabajo, que hay un gran número de taxistas con profesiones universitarias o técnicas y que no las ejercen, que casi la totalidad dejaría de hacer taxi si tuviera la oportunidad de un trabajo de 10 horas diarias con un salario básico. En fin, encontraríamos información sumamente interesante, pero al parecer este tema no es de incumbencia de las autoridades municipales ya que no hacen cosa alguna al respecto, al contrario, se han especializado en generar normas y procedimientos técnicos que en lugar de facilitar la labor del taxista, la dificultan al punto de asfixiarlo y obligarlo a retirarse del "negocio" o plegarse al grupo de los "informales"

A partir de mi experiencia a bordo de varios taxis, y de las espontáneas -y cortas- conversaciones con los taxistas de paso, he notado que un gran porcentaje presentan las siguientes características: desilusión, desconfianza, frustración, motivación al borde del colapso, tendencia a reaccionar irasciblemente, agresividad contenida, mucha ansiedad y uno que otro episodio de tristeza-leve. Las preguntas que surge ante esta situación: ¿Ser taxista es el recurso desesperado de una personalidad pesimista? ¿Iniciarse como taxista es estar condenado a terminar frustrado por el mundo y adoptar mecanismos defensivos que configuren un caráter endeble?

Cuál de los preguntas es la correcta, o quizá deba tomar en consideración las dos como complementarias. Si agudizamos los sentidos y notamos el mundo del taxista veremos gente al borde de la desesperación, que detienen sus autos ante una persona que mira el horizonte dubitativa (todos son potenciales clientes) y cuando esa persona detiene el carro, empieza la negociación, el cliente muchas veces no se da cuenta que tiene una ventaja: el taxista probablemente no ha conseguido pasajeros en las varias horas que ya lleva recorriendo las calles, que anda preocupado por conseguir algo de dinero para su sustento, que quizá necesita el dinero ya ni siquiera para él y su familia, sino para poder pagar el alquiler del día del vehículo. Mientras estas cosas pasan por la cabeza del taxista de turno, trasa su vehículo se alistan en línea 3 ó 4 carros con al esperanza de que sus antecesores no llegue a un acuerdo con el potencial cliente. Un cuadro que se repite a diario, en todo lugar.

Las diferencias sociales alcanzan a todos los ámbitos, es por eso que existen taxistas informales, los hay también de los formales: los "taxis amarillos" -que trabajan por su cuenta- pero hay también empresas o "flotas" como les llaman, que contratan a los choferes para que laboren en los vehículos propiedad de la empresa. Empresas como éstas son las que laboran a través de centrales telefónicas, donde se puede escoger el tipo de auto de acuerdo a las características del cliente, demás está decir que este servicio es viable sólo en zonas residenciales de la ciudad (gente con el suficiente poder adquisitivo, ya que el costo del servico es mucho más alto que el que ofrece un taxista "amarillo") existen también empresas que si bien no trabajan vía una central telefónica, lo hacen en los grandes establecimientos comerciales, con destinos y tarifas parametradas de antemano. Un hecho interesante es la creación de asociaciones de taxistas que, cada quien dueño de su vehículo, se juntan para ofrecer un servicio de mejor calidad y apoyarse mutuamente con relación a los trámites de licencias de funcionamiento, costos de mantenimiento, etcétera. Una evidencia más de la capacidad de los peruanos para agenciarse maneras de obtener recursos dignamente.

A estas alturas vale preguntarse ¿Todo es malo en el mundo del taxi? pues la respuesta, como todas las cosas en este mundo, es un sutil "no" existen cosas buenas, existen personas saludables, cuya amabilidad contagia satisfacción, son esos momentos en los que se puede disfrutar de una amena charla, porque existen taxistas cuyas vidas son historias increibles (en el fondo todos somos historias increibles, sólo que no todos tenemos la habilidad para plasmar en palabras nuestras historias) hay ocasiones en las que el tiempo es mezquino con la conversación, y uno se queda con las ganas de continuar la tertulia, pero el mundo gira con el tiempo colgando de la muñeca y hay que recordar que el dinero es necesario, que yo tengo que llegar a mi destino y que el taxista tiene que ir en busca de otra persona a quien contarle su historia y de quien servirse para aumentarla con un nuevo día, con una nueva "carrera".

Imagen (crédito) Aidan Hughes . Por Richard Torchiani G.
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Transcribo esta nota debido a que hoy ocurrió un hecho que no viene el caso comentar que me dio a pensar (y a investigar) la personalidad del taxista. Cada profesión o trabajo tiene su cierta deformación profesional. He conocido varias personas de profesión taxista, no como cliente potencial sino como ser humano y encuentro coincidencias que acá las describen ampliamente. Será una mera coincidencia? o realmente será cierto? No es una crítica, ya que cada uno es como es o como construye su vida con los elementos que pese, pero me queda la intriga... (Subrayé en negrita los párrafos que más me llaman la atención).

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