¿Qué me depara la vida?


Sé que uno es el eje de su propio universo, sé que uno es el constructor de su propios milagros. Sé que para sentir el todo hay que vivir en la nada.
Sé, lo siento, es la fuerza que me mantiene en este caos, en este océano oscuro en donde navego sin rumbo. Sé que debo dejarme fluir en el viento furioso porque existe una fuerza superior que tiene la sabiduría y que nos guía.
Sé que solo debemos celebrar la vida y vivir a full cada minuto porque nadie sabe cuándo nos toca la muerte.
Que la muerte es solo un estadío físico pero que la energía se transforma, muta y sólo somos seres de luz que venimos a esta tierra a adquirir sabiduría y a elevarnos espiritualmente para convertirnos finalmente en seres de luz.
Que aquí se encuentra el infierno, el purgatorio y el paraíso pero que existe algo más pleno se amor y sabiduría.
Todo eso conforma mi religión, mi guía interior.
Cuido en no dañar a nadie, en sembrar mi camino en actos de amor y generosidad, siempre intentando no lastimarme y pretendiendo merecer lo mejor que me da la vida.
Sé que nacemos y morimos solos, que no debemos aferrarnos a nada ni a nadie porque todo es transitorio, nada perdura.
Que debemos sólo estar dispuestos al cambio y al aprendizaje. Que el compromiso es sólo hacia nosotros mismos y hacia nuestro camino o Karma.
Que el Amor y la Felicidad son estadíos intermitentes y donde solo gozamos pero no aprendemos, que el camino del dolor es el aprendizaje, aunque vivir en este mundo es para aprender a ser cada día mejores y ahí encontramos la felicidad.
Que el miedo nos paraliza, nos quita la visión, nos inhibe el autoconocimiento...
Sé tantas cosas, las internalizo, las practico, las ejercito, aún en un mundo incomprensible, insensible que corre hacia su destrucción.
Soy de la casta de los que nos enternecemos ante el dolor, que sentimos misedicordia hacia el sufrimiento, que intentamos mejorar el mundo desde el idealismo, desde la lucha silenciosa pero perseverante.
Intento dar luz, abrir puertas y ventanas mentales a los que lo necesitan, me conformo con poco y soy feliz con mucho.
Intento no preocuparme del futuro porque sé que siembro cosas buenas, intento ser humilde y agradecida.
Trabajo tanto sobre mi vida, mi entorno y por qué entonces hay momentos que me lleno de pavor y siento que mis fuerzas se terminan.
Por qué tengo entrañablemente inserto en mi espíritu el deseo de morir si amo tanto a la vida?
Por qué cada cigarrillo que enciendo desafío a mi cuerpo a que se destruya?
Por qué desde la creencia soy tan fuerte y desde los actos soy tan débil boicoteando los principios que sostengo?
Por qué necesito tanto el Amor cuando todo lo que me rodea me ama?
Definitivamente sigo con los pies en el barro, mi corazón golpea la cueva en que está encerrado y mi mente intenta seguir sosteniéndose libre en el cielo. by Xelda

Imagen: "La extracción de la piedra de la locura" - Hieronymus van Aeken, El Bosco. Siglo XVI"

Esta tabla de El Bosco resulta particularmente hilarante en el tratamiento del tema. La Extracción de la Piedra de la Locura era una supuesta operación quirúrgica realizada durante la Edad Media.
Según los testimonios escritos, consistía en la extirpación de una piedra que causaba la necedad en el hombre, la suprema estupidez. Los testimonios dan a entender que algunos casos que realmente se ejecutaron tenían el carácter de una lobotomía.
En la práctica más frecuente, esta extracción era un rito simbólico que el curandero realizaba sobre el paciente, para curarle de la estulticia. El Bosco plantea la escena en un círculo, rodeado por una leyenda en hermosos caracteres góticos: "Maestro, quíteme la piedra, me llamo Lubbert Das".
Este nombre es un tópico en la cultura neerlandesa para designar al culmen de la estupidez humana. Además, el personaje que le opera lleva en la cabeza un embudo, tal vez alegoría de la locura, y está acompañado por dos religiosos, un clérigo y una monja, que lleva sobre su cabeza un libro cerrado; esto nos inclina a pensar que sean alegorías de la superstición y la ignorancia, de la cual se acusaba frecuentemente al clero.
Este tema, unido al formato circular que podría remitir al de un espejo, parecen arrojar al mundo la imagen de su propia estupidez al desear tan erróneamente superarla. Por cierto, que la piedra del tema no es tal, sino que de la frente del gordo campesino sale una flor, similar a la que yace sobre la mesa del "médico". Fuente.

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