La Mudanza del Alma

Cuando las experiencias de vida son tan radicales, cuando uno vive a fondo y se quema en el fuego del infierno intentando sentir hasta la última gota de calor, de dolor.
Cuando una vive a fuerza de pasión, de voluntad y de sentimiento, adicta a la adrenalina que esa forma de vida nos produce...
Cuando luego viene el final esperado, el camino se termina y, a la velocidad que uno lo transita, el golpe y la caída es fuerte. Nuevamente se muerde la tierra y la dureza de la tierra nos golpea la cara, las manos y el pecho queda vacío. Incluso, a veces, el corazón hasta deja de latir y una cree que va a morir...
Es una forma de vivir que algunos/as sobrellevamos en nuestra esencia a fuego y muerte. Morimos tantas veces porque es la manera que conocemos para volver a comenzar.
Un tropezón no es caída dice el dicho, pero que para algunos/as las caídas son abismos de ida y vuelta.
"Aprehender" el sentido de la vida de esa manera no es fácil, creo que hay que tener pasta, necedad o fortaleza para poder sobrevivir tantas veces.
Quizás aceptar que es la forma de sentir y que, pese a los golpes, volveremos una y otra vez a cometer el mismo pecado es el comienzo de la madurez antes de resignarnos a no sentir más pero vivir protegidos (de nosotros mismos más que de los demás).
Es fuerza? o es furia indomable de no aceptar las reglas de los demás sino de vivir con nuestros propios límites?
Ya estoy transitando el final de mi década (mis bellos 40) y llegando al borde de ese precipicio (mis 50) al que temo porque sé que cada día mi muerte está más cerca. Pero la fuerza dentro mío aún está y toda esa furia de vivir la vida "a full" inventando fórmulas que nadie conoce y que sólo puedo yo desentrañarlas aún no amengua.
Como un reptil que cambia su piel ante la llegada del invierno, como un ave que cambia su plumaje para conquistar primavera a primavera a su nueva pareja para copular nuevamente, mudo mi alma para comenzar una nueva etapa.
Y sin saber el rumbo, sin tener una meta definida, sé que no voy a quedarme quieta ante el nuevo desafío de vivir a pleno lo que el destino me traiga instante a instante, sin tenerle miedo a la distancia del recorrido, a lo escarpado del camino. Sólo tengo ansiedad por comenzar a recorrerlo, viendo las dificultades de la marcha, las diferencias del camino y economizando algún que otro recurso (ya que sé que tanto resto no tengo).
Miedo? sí demasiado, quizá porque aquí ya estoy absolutamente sola, quizá porque ya no creo que encuentre el compañero que necesito, quizá porque no existe (o está ocupado con otra fémina), pero sé que en ésta me la juego sola y porque sola voy a estar en el final.
Mis 50 años son mi tiempo de descuento el final de una juventud y no jodamos, los achaques, la enfermedad, la vejez que carcome lentamente cada célula, cada neurona, cada pensamiento, cada gota de vida porque somos sólo carne y hueso, está dentro de las probabilidades en contra.
Intentaré mantenerme junco (siempre le he temido a los robles porque vi como quedan raíz descubierta ante un fuerte vendaval), intentaré seguir siendo flexible y atenta al viento para poder inclinarme (maldita osteoporosis haz tu camino lo más lento posible) graciosamente a su voluntad.
Intentaré seguir siendo gaviota (ilumina mi camino Juan Salvador como en mi adolescencia) para poder aún vislumbrar horizontes y planear las corrientes de aire para descubrir otra vez mi camino.
Intentaré mutar una y mil veces para mantenerme llena de luz y esperanza y poder guiar a los que quiero para que sean cada día más felices y no reparar en estúpidas formulas de vida.
Lo importante es lo que se tiene dentro, lo que uno quiere y siente, lo que no se traiciona ni se negocia porque es nuestra química. Sólo tenemos la obligación de ser felices todo lo demás es una utopía! La felicidad no se encuentra siempre por lo cual cuando se siente todo debe dejar de importar y detenerse a beberla como un sediento en el desierto, gota a gota.
Intentaré seguir siendo libre quizás porque he conocido más de una cárcel del alma y/o jaula de oro segura y triste en ese tonto intento de buscar alguien que me amara como mi corazón de niña lo necesitó en un tiempo. (Niña crece de una vez que el tiempo acaba!)
Intentaré, pelearé, mataré, gritaré, pero que el día en que cierre mis ojos sepa que fui fiel a mí misma, fui honesta con lo que amé, fui leal a lo que sentí y fui libre para decidir cómo quería vivir mi vida, una y otra vez, una y cientos de vidas, una y cien personas que he sido y que seré, y mudaré mi alma otra vez para comenzar...
Guerrera, Caballera Andante, Quijotezca, loca, excéntrica, ridícula, al encuentro de mis molinos de viento... luchando una y otra vez hasta que mi armadura se disgregue, mi cuerpo sea polvo en la tierra y mi alma sea fuego y luz ya sea en el cielo o en el infierno...

Don Quijote de la Mancha y los Molinos de viento.
El hábil caballero Don Quijote de la Mancha junto a su sencillo escudero Sancho Panza deciden abandonar la aldea. Mientras caminaban en el inmenso pasto, descubren 30 gigantes, a los cuales Quijote decide extirparles la vida, pero en realidad eran unos grandes molinos de viento que se veían a lo lejos de ellos. Cuando ya legaron a aquel lugar, Don Quijote sin más preámbulos arremetió contra uno de ellos lanzándolo así, junto con su caballo Rocinante a varios metros de ahí y Sancho Panza le curo sus heridas.

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